¿Ha llegado a su fin el idilio de la gestión de proyectos con ágil?

Por Sofía Ruiz Bravo 
 05 de septiembre de 2021

Partamos de una definición simple: “Ágil” no es una metodología, es un “set mental” orientado a aceptar el cambio y en generar valor de forma temprana, frecuente e incremental. Bajo el gran paraguas del agilismo, existen algunos métodos o marcos de trabajo que, en alineación al marco filosófico del manifiesto ágil, guían la forma de colaborar y alcanzar los resultados. Es así que conocemos al famoso Scrum, XP, Kanban, entre otros métodos ágiles.

Sabemos que ágil no es nuevo, sus inicios datan hace un par de décadas; sin embargo, en los últimos diez años tomó fuerza para los practicantes latinoamericanos y, aunque su principal campo de aplicación es el desarrollo de software, se ha intentado aplicar a varias  industrias.

En los años 2017 y 2018, el agilismo tuvo su mayor auge. Según la publicación del PMI Pulse of the Profession[1], existió una expansión del énfasis en la agilidad organizacional: “el 71 % de las organizaciones informan una mayor agilidad en los últimos cinco años. Cada vez más reconocen que la agilidad, les ayuda a mantenerse competitivos”.  En dicho estudio podemos encontrar además que la práctica de Scrum es empleada por el 57 % de los encuestados.

No obstante, en la actualidad, parecería que este auge ha disminuido. En el artículo: “Sorry Scrum, the Game Might Be Over for You! [2] publicado en sitio web medium.com en el mes de marzo del presente año se menciona que algunas organizaciones han perdido su confianza, de la mano con esta insatisfacción y algunos profesionales están reacios a trabajar con Scrum.

Es precisamente ahora, en el aniversario número 20 del manifiesto ágil, que algunos autores comparten esta percepción. El artículo “Why We Need to Redefine Agility[3] de Amazing Outcomes, menciona que “necesitamos una comprensión sistémica más amplia de la agilidad que incluya no solo la dimensión económica, sino también las dimensiones social y ambiental”. Este texto artículo menciona además que, debido al entorno complejo y la urgencia de los desafíos actuales, es necesario redefinir la agilidad.

En la misma línea, el artículo “Agile is Dead, McKinsey Just Killed It”[4] incluso es más radical al sentenciar que el movimiento ágil está muerto. Asegura que la aceptación y popularidad que los marcos ágiles ganaron a nivel organizacional han sido su ruina y que el agilismo se encuentra en una espiral descendente. Acusan a algunas compañías de contradecir los principios ágiles al querer normar oficinas de transformación ágiles que promueven funciones estructuradas para definir estrategias, rastrear el progreso y normar estándares mínimos, volcando mayor importancia en procesos por encima de las personas.


Tomado de: Agile is Dead, McKinsey Just Killed It https://terem.tech/agile-is-dead/ 

Por su parte el PMI®, en marzo del año 2021 en el Pulse of the Profession[5] introduce un nuevo término aplicado a la forma en la que las empresas respondieron y se adaptaron al cambio abrupto que implicó la pandemia. Denomina empresas gimnásticas a las  “…organizaciones y sus equipos de proyecto que combinan estructura, forma y gobernanza con la  capacidad de flexibilizar y pivotar, donde y cuando sea necesario”.

En lugar de la categorización tradicional (estructuras y forma de trabajar rígidas) o ágiles (inclinación hacia enfoques de iterativos y adaptativos), surge este concepto de “gimnástica”, refiriéndose a aquellas que pueden aplicar cualquier forma de trabajar, según sea apropiado en el contexto de la situación.

Entonces, ¿Se trata de un asunto de definiciones? ¿Es el enfoque prescriptivo de los marcos de trabajo como Scrum, lo que provoca un ánimo generalizado de desconfianza en sus resultados? ¿Ayudan o difieren en los resultados, los nuevos nombres dados como es el caso de “gimnástica” o la re definición que hace hincapié el artículo de Amazing Outcomes?

Diferentes actores y practicantes buscan discrepar, renovar y refundar las definiciones de agilismo, discutiendo si la forma, la terminología y la aplicación de estándares es lo correcto. Esto genera promotores y detractores que debaten en la web sobre los aspectos formales y sentencias respecto a si la agilidad ha pasado de moda. Lo cierto es que el foco en generar valor orientado al cliente es algo que no pasa de moda, no se rinde, no sucumbe en un contexto de terminología.

En conclusión, ágil sigue siendo el set mental que nos invita a abrazar el cambio aún en etapas tardías, siempre y cuando este genere una ventaja competitiva. Sigue siendo la forma de generar resultados sin perder de foco el valor, y eso va más allá de las formas, y términos. La única manera de incrementar la confianza en el agilismo es generando resultados, y no perder de vista el foco en la entrega de valor, como eje central de cualquier marco de trabajo específico que se quiera implementar.

[5] Project Management Institute. (2021). Más allá de la Agilidad. Pulse of the Profession, 5.

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